Uruguay celebra elecciones: ¿una preocupación para los argentinos?

Tras una campaña que sólo tomó color en los últimos días, antes de que este jueves empezase la veda proselitista, el Uruguay tendrá sus elecciones nacionales el próximo domingo. Pero las últimas encuestas anticipan que Álvaro Delgado, el candidato del oficialista Partido Nacional, y Yamandú Orsi, del opositor Frente Amplio (FA), pasarán al ballotage previsto para el 24 de noviembre, para recién entonces definir al sucesor de Luis Lacalle Pou.
A Orsi, un profesor de historia que gobernó dos períodos el sureño departamento (provincia) de Canelones, las encuestadoras le dan entre 41,4% y 45,5% de la intención de voto. Delgado, un veterinario con trayectoria parlamentaria y que fue secretario de la Presidencia de la República del actual gobierno, oscila entre un 20,2% y 26%. Ambos son políticos sin gran carisma ni liderazgos consolidados en sus partidos.
Para ganar un candidato debe lograr la mayoría de los votos; si ninguno consigue eso, los dos que obtengan las adhesiones más importantes pasan a la segunda vuelta.
Otra incógnita para la que los sondeos de intención de voto de cara a este domingo no arrojan un vaticinio claro es si en el próximo período de gobierno, que iniciará el 1° de marzo de 2025, habrá mayoría en el Congreso de alguno de los dos bloques ideológicos existentes en el Uruguay. Eso no sólo depende de cómo voten el Partido Nacional y sus aliados de centroderecha -Colorado, Independiente y Cabildo Abierto- y el FA -que es una coalición de sectores de izquierda moderada junto a comunistas y socialistas-, sino también del respaldo que consigan otras pequeñas colectividades. Una novedad en ese sentido es el casi seguro acceso a una banca por parte del abogado Gustavo Salle, a quien, con un discurso -megáfono en mano- crítico hacia la «casta política» uruguaya, los sondeos le dan en torno al 2% o 3% de los votos.
«Ajustes», no «cambios»
En enero-setiembre, la Argentina fue el tercer principal origen de las importaciones de mercaderías para el Uruguay (con US$ 904 millones), por detrás de Brasil y China. Ocupa el mismo puesto por su posición en inversión extranjera directa, con un 13% del total, escoltando a España y a Finlandia, según datos del gubernamental Instituto Uruguay XXI.
¿Está en juego en esta elección un cambio radical de políticas? ¿Los argentinos con intereses en el Uruguay deberían preocuparse? A priori, coinciden analistas políticos y económicos, no.
Mariana Pomiés, directora de la consultora Cifra, dijo el pasado martes en un foro organizado por la revista Búsqueda que el «humor económico» no ha sido un factor determinante en esta campaña. «Hay un grupo de votantes del Frente que quiere grandes cambios, pero es pequeño. Y hay un grupo de votantes del Partido Nacional que quiere más de lo mismo, pero es pequeño; en el medio están los que quieren ajustes», aunque no cambios significativos, interpretó.
En la misma charla, el director de Factum, Eduardo Bottinelli, coincidió con su colega y agregó que, por otro lado, la tendencia de los indicadores económicos es de mejora. La preocupación principal de la población no está allí sino en la seguridad pública, aunque ambos sociólogos opinaron que el tema no ha sido central en los discursos de campaña.
Parte de la atención estuvo enfocada en dos plebiscitos, uno como herramienta de combate al narco que permite a la Policía allanar hogares en la noche. Otro, con potencial impacto económico, que fija en la Constitución la edad jubilatoria desde los 60 años (en lugar de los 65 establecidos en una reciente reforma), equipara las pasividades mínimas con el salario mínimo nacional y prohíbe que empresas presten servicios de administración de ahorros previsionales. El apoyo a ambas papeletas vino en caída y parecen encaminarse al fracaso, según varias encuestadoras.
Impuestos y Mercosur
En materia económica, los programas de gobierno del FA, del Partido Nacional y los de sus socios de la llamada coalición republicana tienen varios puntos en común. Por ejemplo, todos enfatizan la necesidad de preservar la estabilidad macroeconómica.
El documento programático del FA se despega del resto en el capítulo impositivo al proponer «avanzar en la transformación del sistema tributario reduciendo impuestos al consumo y fortaleciendo la imposición a la renta, el gran capital y el patrimonio con el criterio de progresividad». Sin embargo, Orsi así como el designado ministro de Economía, Gabriel Oddone, han relativizado ese párrafo diciendo que no habrá una reforma tributaria y que el Uruguay ya tiene una presión fiscal alta.
De hecho, el candidato presidencial de la centroizquierda oriental llevó tranquilidad a los empresarios argentinos cuando disertó en setiembre en el Hotel Sheraton de Buenos Aires, en una charla organizada por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción. «La idea de que Uruguay funciona está instalada y queremos fortalecerla, y jamás en nuestros planteos de campaña puede estar la idea o la sombra de que el funcionamiento se tranque por alguna razón», dijo allí, donde usó varias veces la palabra «estabilidad» y señaló que «el respeto a las reglas del juego no se discute».
Un ejecutivo argentino con un alto cargo en el sector financiero oriental descartó cambios bruscos, gane quien gane la elección. «La vara la tengo tan baja viniendo de donde vengo… El Uruguay es un país que tiene una inflación (de 5,3% anual a setiembre) dentro del rango que se fijó el gobierno, tiene el PBI per cápita más alto de Latinoamérica» donde los «números macro funcionan, el desempeño es muy bueno, y viene de una consistencia de 15 o 20 años», sostuvo.
Otra coincidencia de los programas es que el Uruguay, como economía abierta y pequeña, debe seguir formando parte del Mercosur pero, al mismo tiempo, debe insistir en el intento de lograr mejores condiciones de acceso a terceros destinos, algo sobre lo cual el actual presidente, Lacalle Pou, machacó en cada cumbre con sus pares del bloque.
En el evento en Buenos Aires, Orsi, describió al Mercosur como un «paciente» en «cuidados intermedios», y pidió disposición de los socios mayores del bloque para que sea un verdadero trampolín hacia la inserción global. Delgado tiene una postura coincidente.
Desde la perspectiva ideológica, parece obvio que el gobierno de Javier Milei sintonizaría mejor con Delgado que con Orsi, a quien las encuestas hoy dan con leve favoritismo de cara a la casi segunda vuelta del mes próximo.