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Sebastin Mazzuca: «En la Argentina, ser progresista exige ser liberal»

Una maana a puro sol sobre Teotihuacn, Mxico, y un globo aerosttico que se alza con suavidad. Dentro de l, una mujer con un diagnstico de enfermedad sonre con el pelo ya en recuperacin. «Lo ms parecido a vivir un milagro», dir su hijo Sebastin Mazzuca. Esa escena—una madre que haba recibido un frmaco aprobado en Estados Unidos para tratar el cncer—es el prlogo ntimo de la actualidad de Mazzuca, politlogo, profesor contenure en la universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, y del Tecnolgico de Monterrey, en Mxico. Lector voraz y argentino del conurbano, piensa, entre Baltimore y Monterrey, la poltica con el ojo clnico de Maquiavelo y la paciencia social de un hombre criado en Buenos Aires.

Su familia est hoy dividida entre el Reino Unido y la Argentina. Una hermana en Buenos Aires. Otra hermana en la capital britnica, tres sobrinos con acento ingls y, por estos meses, una base transitoria en la ciudad portea para el cuidado de la madre. «Revivi—me visit en Mxico; ahora viene a Nueva York. Fenomenal». El tono no elude el asombro ni la alegra sobria.

Mazzuca lleva el cosmopolitismo desde el origen. Naci de casualidad en Italia, aunque se cri en Adrogu. Hijo de mdico y arquitecta, atraves la escuela secundaria en el Colegio Nacional de Almirante Brown y entr a la UBA con el mapa porteo apenas bosquejado. «Casi no conoca la Ciudad de Buenos Aires hasta que entr a la facultad», rememora conEl Economista. El tren Roca a Constitucin marc su rutina y su educacin sentimental: la ciudad como descubrimiento y sacudn. «Viva casi en un pueblo; Adrogu es buclico en comparacin».

Ese origen deja huella: «En Mxico hay decenas de tiendas y restaurantes con alrededor de cien aos de existencia; una ausencia notoria en la Argentina, donde los mismos boliches quebraron en alguna de las mltiples oleadas de convulsiones macroeconmicas. Es un fenmeno que, por frecuencia e intensidad, distingue a nuestro pas. Quiz la nostalgia se deba a que los boliches de la infancia ya no estn. La mortalidad de las pymes es infernal«, destaca Mazzuca. Una observacin casi antropolgica que extiende a las dificultades que enfrenta la sociedad —sus padres incluidos—y conecta con una tesis insistente:la maldicin de las palizas macroeconmicas a la sociedad argentina.

«La mortalidad de las pymes es infernal», destaca Mazzuca

En los primeros aos universitarios, se debati entre Filosofa y Fsica.La Ciencia Poltica apareci como punto medio y como destino ineludible despus. «En el CBC me di cuenta de que lo que me gustaba era la investigacin. En segundo ao ya lo tena clarsimo», explica Mazzuca.

Un tridente docente lo encendi: Francisco Bertelloni, Atilio Born y Eugenio Kvaternik en «Teora Poltica I, II y III». En ese ecosistema ley a Platn y a Aristteles, y se subi a las peleas intelectuales de su poca que lo llevaron hacia autores como Charles Taylor —filsofo canadiense, referente del comunitarismo— y Alasdair MacIntyre —pensador escocs vinculado a la crtica al liberalismo—. El punto de quiebre lleg conEl Prncipe, de Maquiavelo.La vida, en definitiva, no se dirime en los nmeros sino en el poder. Termin de entender a Maquiavelo a partir dePolitics and Visiondel autor Sheldon Wolin. «Me abri la cabeza la idea de «administracin de la violencia». Lo le y, cuando lo entend, me largu a llorar», evoca.

El hallazgo, como l mismo lo sintetiza, fue comprender que Maquiavelo no era un mundo sin reglas, inmoral, sino que mostraba que las reglas de la poltica eran distintas. Lo que descubri derrumb prejuicios, lo sacudi y a la vez lo fascin:comprender que la poltica se rige por una lgica propia y que la efectividad del poder obedece a su propio cdigo de eficacia. Esa revelacin lo convirti en politlogo de manera irreversible y lo conect a trabajos, viajes y libros.

En la infancia y en la adolescencia, la poltica entr a su vida por la puerta de la transicin democrtica. «Mis viejos no participaron activamente en poltica, pero tenan suficiente compromiso con los derechos humanos como para motivarme curiosidad profesional en democracia», reflexiona Mazzuca.

El famoso politlogo Guillermo O’Donnell complet la iniciacin de Mazzuca. El vnculo naci a partir degora, la revista de ciencia poltica que Mazzuca impuls de forma artesanal con un vido grupo de compaeros de estudio, como Andrs Clerici, Ignacio Miri y Christian Schwarz. El primer encuentro ocurri con O’Donnell en un restaurante porteo, donde Mazzuca lo abord como un fan que le pide el autgrafo a Charly Garca. Hubo una fluida conversacin y ms tarde Mazzuca contribuy en el libroContrapuntos de O’Donnell, quien dej constancia en un agradecimiento: «Sin Mazzuca este libro simplemente no existira». De l, Mazzuca tom una brjula para leer Estados, regmenes y liderazgos: «El concepto de ‘democracia delegativa‘ de O’Donnell resulta clave para entender a Milei».

Mazzuca contribuy en el libroContrapuntos de Guillermo O’Donnell, quien dej constancia en un agradecimiento: «Sin Mazzuca este libro simplemente no existira»

Tras terminar su primera formacin en la UBA, Mazzuca aplic a posgrados en Estados Unidos y eligi a Berkeley por dos ventajas: el mejor programa de poltica comparada para Amrica Latina y, en lo personal, la admisin de su pareja de entonces. La vocacin se volvi oficio con maestros de lujo y bibliotecas inagotables. Hizo una maestra en Ciencia Poltica y otra en Economa, y despus el Doctorado.

Fue parte de un campus dondeel matrimonio Collier—David y Ruth, politlogos y autores deShaping the Political Arena, referencia ineludible sobre la regin—marcaba el paso de la disciplina. Se acerc a la Economa con fuerza y encontr como profesor aJames Robinson —coautor junto conDaron Acemoglu deWhy Nations Fail—, ganadores del Nobel en 2024. Primero docente, luego coautor y colega: «Robinson me empuj hacia la Economa. Aprend muchsimo».

Ese perodo dej una intensidad de formacin y una amistad, entre otros, con Tulio Halpern Donghi, historiador que elev debates argentinos y latinoamericanos a un plano global.

Tras Berkeley, lleg elposdoctorado en Harvard. Aos despus, llegara el trabajo como docente en Johns Hopkins: «Adoro Hopkins. Baltimore, ciudad difcil y golpeada en lo industrial, pero orgullosa y disruptiva en la tecnologa, de la que hoy me siento ciudadano». Ha construido un camino de investigacin propio. En paralelo, el Tecnolgico de Monterrey le ha abierto posibilidades de proyectos y clases.

—Y hay tiempo para Buenos Aires?

—Siempre. Madre, hermanas, amigos de todo tipo y color. Volver a la ciudad es como hacerle un service al corazn y cargar combustible para el anlisis.

Desde la distancia, la primera palabra que usa para describir a la sociedad argentina es «paciencia«. «Argentina ha sufrido: Rodrigazo, golpe, terrorismo de Estado, Malvinas, carapintadas, hiperinflaciones, corralito, defaults, megcorrupcin, fraude de estadsticas pblicas, coqueteos recientes con otra hper, vacunatorio VIP». Un pas atravesado por los golpes de Estado del siglo XX y las crisis econmicas recurrentes desde el regreso de la democracia en 1983.«Con todo lo que Argentina sufri desde 1974, en cualquier otro pas habran ocurrido diez revoluciones francesas. Aun as, prim la paz y sobrevivi la democracia», seala Mazzuca. Y asevera: «Impresiona la garra para reponerse de crisis que, en otros pases, no se remontan«.

«Ni analista ni intelectual», dice Mazzuca. A la hora de las definiciones, prefiere palabras como politlogo o cientista poltico. El norte de su brjula est en la ciencia. Sobre ideologa, responde con pragmatismo. «Si un pas est pasado de rosca colectivista, la respuesta es liberal». «En la Argentina, ser progresista exige ser liberal porque eso corta el peor tipo de abuso, el ms frecuente en nuestro pas: el delpoder poltico«, seala Mazzuca. En Estados Unidos, en cambio, socialdemocracia: porque ese pas puede sostener un Estado de bienestar robusto: «Si la cosa estuviera ordenada, el Estado de bienestar sera lo deseable en Argentina».

Mazzuca ha dado clases alrededor del mundo, ha investigado y escrito sobre sus pasiones y objetos de estudio. Su trabajo comprende la formacin de los Estados, el cambio de rgimen y el desarrollo. Respecto de los ms recientes, en su libroA Middle-Quality Institutional Trap, junto a Gerardo Munck, editado por Cambridgeen 2020, explora cierta conexin entre democracias incompletas y Estados con musculatura «flaca». «La interaccin entre Estado y democracia slo genera un crculo virtuoso bajo ciertas macrocondiciones», advierten Mazzuca y Munck y agregan: «Los problemas del Estado impiden una democratizacin plena y los problemas de la democracia impiden el desarrollo de la capacidad estatal».

Latecomer State Formation, editado porYale, en 2021 es, en buena medida, el libro que condensa su teora de la poltica. El problema en Amrica Latina, sostiene Mazzuca, no fue slo el autoritarismo; fue, tambin, la debilidad del Estado. El autor propone que, en Amrica Latina, la fundacin de los Estados fue ms «comercio‑inducida» que «guerra‑inducida». Es decir, la experiencia fundante no ha sido la de la guerra. El resultado, entonces, es el de pases con fronteras estables sin temor a enemigos externos, pero Estados con mayores dificultades internas.

«La nica regin donde la formacin del Estado y la construccin estatal avanzaron en tndem fue Europa Occidental en la temprana modernidad, el crisol de los Estados modernos de primera generacin», escribe el autor. Y subraya: «Amrica Latina logr laformacin estatal pero fracas en laconstruccin estatal porque lo primero era incompatible con lo segundo. En ambas regiones, la mayora de los centros de formacin estatal consolidaron los territorios nacionales incorporando reas perifricas. En el proceso de incorporacin de la periferia, Europa occidental elimin una vasta gama de oligarquas patrimoniales locales, mientras que Amrica Latina revitaliz bastiones patrimoniales mediante subsidios econmicos, inmunidades institucionales y privilegios polticos. […] Los Estados latinoamericanos nacieron con una propensin interna a convertirse en grandes mquinas clientelares«.

En el pensamiento de Mazzuca se distinguen dos planos: «formar Estado» —consolidar territorio y monopolizar la violencia— y «construir Estado» —expandir la provisin igualitaria de bienes pblicos con una burocracia eficaz—.

Mazzuca sostiene: «En Amrica Latina, la formacin estatal no slo estuvo desligada de la construccin estatal. Tambin cre obstculos persistentes y fuertes para el desarrollo de capacidades estatales».

La tesis de fondo es fuerte: la regin goz de un «bono geopoltico» —casi sin la presin de amenazas externas— y sell pactos con lites patrimoniales que impidieron la burocratizacin weberiana fundamental para su desarrollo.

Estas lneas de pensamiento crtico, de exploracin y de cruce caracterizan la interrogacin constante de Mazzuca sobre los desafos del Estado del siglo XXI. El desarrollo de su mirada poltica, econmica —e histrica— tambin se encuentra en la publicacin de artculos en revistas comoAmerican Political Science Review,American Journal of Political Science,Comparative Politics.

En Monterrey, en Baltimore o en Buenos Aires, Mazzuca vuelve a los mismos nudos: cmo se construye un Estado productivo sin sacrificar la libertad y cmo se cultiva un suelo institucional donde la democracia y el Estado se fortalezcan.

—Qu mantiene tu mirada en marcha? —le pregunta El Economista.

—La idea de que la poltica, entendida como esfera autnoma, explica por qu algunas sociedades viven mejor que otras.Y la promesa de que, si se alinean incentivos y capacidades, la Argentina puede dejar de perder trenes —responde Mazzuca.

La madre que subi al globo baj erguida. Un milagro de la ciencia. El hijo que la acompa baj con la misma conviccin que lo atraviesa desdeEl Prncipe: la poltica tiene reglas propias. Entenderlas no es cinismo; es el primer paso para que el prximo vuelo no dependa del azar.

Mazzuca: «Si se alinean incentivos y capacidades, la Argentina puede dejar de perder trenes»

—En tu libroLatecomer State Formation plantes, al retomar a Weber, que la burocratizacin implica un crecimiento gradual pero sostenido en la calidad y eficiencia de los bienes y servicios estatales. Existe hoy un modo de volver ms productivo al Estado argentino?

—S. Hay muchas vas tcnicas; el obstculo es poltico.Existen intereses creados que necesitan un Estado clientelista y capturado. El problema no es de tcnica, sino de poder. El INDEC intent resistir; a veces lo hace elBanco Central.Falta capital poltico dentro del propio Estado para blindarse frente a la captura electoral o patrimonialista. Muy poca gente quiere desarmar elEstado patrimonialista de baja calidad. Y, como no hay un Estado burocrtico maduro, tampoco existe su «sistema inmune».

El upgrade del Estado nacional podra no ocurrir antes de la propia obsolescencia de la escala nacional como mbito de resolucin de problemas. En el futuro, muchas cuestiones se van a resolver enescala subnacional osupranacional, segn el caso. El mundo al que nos acostumbramos —donde la escala nacional ordena la macroeconoma, la defensa, la diplomacia o el «plan platita»— quiz ya no funcione. Cmo construircapacidad estatal en Amrica Latina, y en Argentina, si el objeto que debera volverse ms capaz —el Estado nacional— luce obsoleto?

—En la Argentina actual, cmo se conecta este planteo con la agenda de Milei y su idea de «Estado mnimo»?

—Ah aparece otro problema. Milei acierta cuando diagnostica a la «casta». Sin embargo,aplica medidas sobre la «cantidad» de Estado, no sobre la «calidad».Puede ocurrir que, para mejorar la calidad, primero haga falta reducir la cantidad; aun as,no veo foco en construccin de capacidad estatal.Incluso en una utopa de Estado mnimo, se necesita defensa, justicia, cumplimiento de contratos y macro ordenada.No observo esa agenda: no aparece un plan de capacidad, ni siquiera para un Estado mnimo.

Mazzuca: «Milei no tiene un plan de capacidad estatal, ni siquiera para un Estado mnimo»

—De qu modo repensar un conurbano que sea a la vez pujante y que est integrado al resto del pas?

El lugar comn de culpar al peronismo resulta equivocado.El ecosistema producepobreza crnica,clientelismo y explotacin poltica de la pobreza. Se sobreacta la culpa de los actores peronistas cuando, a esta altura, el fenmeno es ms biensistmico. El peronismo y sus mutaciones son un sntoma de ese ecosistema.

El ecosistema tiene rasgos estructurales: un pas con un centro (ciudad y puerto) muy dinmico y un interior histricamente rezagado. La migracin hacia ese centro iba a ocurrir y lo hizo a una velocidad imposible de acompasar para cualquier Estado. Cmo se sale? Hay mltiples caminos.

Hay diagnsticos distintos: el peronismo insiste con «Estado presente», que en la prctica se traduce en ms poder para el movimiento peronista. Otros proponen romper hegemonas peronistas por verlas como reproductoras de maquinarias clientelares.

La solucin requiere creatividad que puede daar el orgullo bonaerense:desarmar la provincia y dividirla en tres o cuatro, corregir un sistema en el que Buenos Aires tiene, en el Senado de la Nacin, la misma representacin que Formosa, aporta mucho y recibe poco por coparticipacin. Hay que modificar el federalismo, la geografa poltica y la ingeniera electoral bonaerense. Son reformas radicales que precisan recursos, incentivos y una coalicin que respalde el cambio.

—Tambin escribiste que hubo una «derrota del terraplanismo poltico a manos del terraplanismo econmico» en referencia a la eleccin bonaerense del 7 de septiembre. Por qu asocis la etiqueta de terraplanismo econmico a Axel Kicillof y a los intendentes?

—Con los intendentes, no. Los intendentes hacen lo que pueden; hacen magia con dos fsforos.Axel s es terraplanista econmico porque es quien no mide la pobreza «para no estigmatizarla»; el que estatiz YPF de la peor manera; el que aliment la cada argentina en la inflacin crnica. Adems, insiste con ideas que fracasaron como que el dficit fiscal «es bueno» o que la emisin no genera inflacin. Son posiciones oscurantistas, pre-cientficas.

Desde ah propone soluciones disparatadas. Keynes no propuso eso. La expansin fiscal se reserva para la recesin; Axel la empuja si hay recesin y si hay crecimiento, gran voluntarismo.

Las coaliciones peronistas de los ltimos aos dependen del dficit fiscal. En un pas que no puede sostener dficit —por falta de fortaleza, de capacidad de endeudamiento y de credibilidad—,un dficit crnico incendia la economa. Terraplanismo econmico: expandir siempre, ser contracclico sin criterio.

El terraplanismo poltico es otra cosa; y Milei lo padece. Argentina es compleja: gobernadores, Senado, Diputados, intendentes del Conurbano. No se puede poner a Karina Milei a lidiar con todos esos actores y, al mismo tiempo, enojar a los aliados.El terraplanismo poltico es humillar a todos los posibles socios. Con Karina, se enfrent a un ecosistema de tiburones de aguas profundas. No alcanza.Ir con Karina Milei como general del ejrcito va contra la gravedad poltica.

Mazzuca sobre Kicillof: «Insiste con ideas que fracasaron como que el dficit fiscal ‘es bueno’ o que la emisin no genera inflacin. Son posiciones oscurantistas, pre-cientficas». Foto: Toms Cuesta

—Analizs que la Argentina puede darse el lujo de experimentar una alternativa sin ningn tipo de «terraplanismo», sea econmico o poltico?

—Argentina no debera haber sobrevivido a tanto terraplanismo, aunque sobrevivi: al de Menem, al de la convertibilidad cuando ya haba quedado obsoleta, al del kirchnerismo, al de Cristina que desmenta que la inflacin fuera del 25% porque si hubiera sido as el pas «saltara por el aire». Argentina mostr una capacidad asombrosa para resistir. Es un pas lindo y noble: soporta «veinte bombas atmicas» de terraplanismo y sigue de pie.

La alternativa existe, y, tras la derrota de Milei, aparece ms cerca. Es cierto quecon Kicillof revivi el terraplanismo econmico; aunque tambin creci el espanto a su regreso. Luego de dos o tres dcadas de terraplanismo econmico kirchnerista, irrumpi Milei y, aunque luce como libertario radical, su programa econmico se resume en «no hay plata»: un principio de sentido comn. Una economa de guerra con ajuste a fondo.Fij una regla bsica: ajuste. Hasta ah, bien.

El problema lleg por el costado poltico. La respuesta fue inocente y, adems, desnuda: sin partido, sin intendentes, sin armadores. Qued una aritmtica imposible: la sociedad ya prob terraplanismo econmico con capacidad poltica (el peronismo) y no funcion; ahora prueba terraplanismo poltico con sentido comn econmico y tampoco funciona.Se abre, por eso, una oportunidad para alguien que combine sentido comn poltico y econmico: una mezcla entre la pericia peronista para administrar la complejidad del pas y la disciplina necesaria para ordenar las cuentas y salir del riesgo de bancarrota crnica.

Hay espacio para esa sntesis. Debera aparecer una doble racionalidad —poltica y econmica—.Un espacio con antikirchnerismo econmico y sentido comn poltico—eso que a Milei le falt— podra dar una salida ms duradera.

—Escribiste: «No es que la Argentina peronista sea imposible de gobernar, es que la Argentina no peronista es imposible de representar». Podras desarrollar esa idea?

—El peronismo est estancado electoralmente, incluso podra pensarse que se est achicando bastante. Solo lo revive un hecho excepcional como Milei, aunque lo que vena mostrando era una declinacin sostenida. Ahora bien, el espacio no peronista es tan grande que surge la pregunta: cmo puede ser que un espacio tan amplio y en crecimiento no logre dar el paso clave y, finalmente, termine ganando Kicillof la presidencia en 2027?Es por un problema de coordinacin del no peronismo.

Hay que entender por qu la centroderecha en la Argentina no logra estabilizarse.La autoliquidacin de Cambiemos fue sorprendente, lo mismo que la autodisolucin del PRO, con Santilli y Ritondo saltando de inmediato. Si Macri hubiera logrado unificar al PRO en 2023, quizs hubiera tenido chances serias de volver a la presidencia.

Tena ms posibilidades que Patricia Bullrich y que Horacio Rodrguez Larreta. O apostar todo a Larreta.Si lograba esa unidad y si todo el voto de Milei se canalizaba, el recuerdo del desastre de Alberto Fernndez jugaba a su favor. No haba una razn evidente para que fallara.Entonces, qu fall? La representacin de la centroderecha.

La capacidad de coordinacin del peronismo frente a la del no peronismo es notable. El peronismo tiene una especie de amnista hacia sus propios dirigentes: se tolera que algunos de ellos hayan robado, se los respalda y se los defiende.

En cambio, dentro de la centroderecha, muchos parecen ofenderse a la primera de cambio. Son ms pacatos, ms puritanos que el peronismo. Ese puritanismo en poltica termina siendo una desventaja:la falta de pureza moral en el peronismo lo hace ms poderoso porque perdona todo, y al final del da se unifica. Nada de eso existe en el no peronismo. Adems, los votantes de centroderecha tienen un estndar altsimo, casi ingobernable.

—Cmo se modifica el mapa poltico tras el veto presidencial a los Aportes del Tesoro Nacional? Y cmo analizs el lanzamiento de Provincias Unidas?

—Provincias Unidas es un espacio muy interesante; el andarivel que aparece como carril abierto. En los ltimos tiempos fracas la «avenida del medio», aunqueesta versin del centro es ms amplia porque, en los extremos, hay dos opciones muy polares: de un lado, Kicillof; del otro, Milei. La avenida del medio, esta vez, s es ancha. Si no coordina, la culpa es de los moderados, no de los extremos.

Ese espacio ideolgico intermedio hoy es enorme. Entran todos: peronistas progresistas, peronistas de derecha, radicales progresistas, radicales que entienden la restriccin presupuestaria, todo el PRO, con una estructuracin ms federal.Existe espacio ideolgico y tambin territorial para esta opcin intermedia; algo va a ocurrir, casi de modo inevitable, dada la posicin en la que se pararon Kicillof y Milei.Hoy la tercera opcin luce ms viable.

Es probable que el nombre que compita en 2027 an no se sepa. Sobran precandidaturas. El mayor problema es el de la accin colectiva:coordinarse. Imaginar una PASO en que compitan la liga de gobernadores peronistas racionales y una nueva vida del PRO. Cancelan a los extremos kirchnerista-trotskista y milesta-libertario, los dejan morir de una vez, y luego, en el futuro, compiten entre s. No va a ocurrir tal cual, pero si existe alguna salida a la intensificacin de la decadencia argentina, es por ah.

Hay incentivos: en un mundo con un poco menos de desmemoria, el kicillofismo y el kirchnerismo son invotables a nivel nacional, y Milei qued muy asociado a un ajuste que, en cantidad, resulta completamente necesario, pero que, en calidad, no se modul bien.

Ahorrar era ineludible; eso habilita la viabilidad macroeconmica.Falta la viabilidad poltica: que las partidas presupuestarias sean compatibles con la gobernabilidad.Hace falta bistur, no motosierra. En esa falla, Milei qued talibanizado en el extremo. Por eso se abre un espacio enorme en el medio, que incluye matices.

«Esta versin del centro es ms amplia porque, en los extremos, hay dos opciones muy polares: de un lado, Kicillof; del otro, Milei», considera Mazzuca.

—El diputado nacional Miguel ngel Pichetto seal recientemente: «Tensin con Estados Unidos. Nos mandaron un avin lleno de deportados. Se paraliz el ingreso sin visa y no aparece en el horizonte ninguna reunin bilateral entre Milei y Trump. Es indudable que hay ruido en la relacin». Coincids con esta visin de que existe un enfriamiento en el vnculo bilateral?

—No coincido, porque es una visin de campaa poltica. Se busca erosionar uno de los logros que Milei presenta como propios: la recomposicin de la relacin con Estados Unidos. Pichetto est intentando esmerilar ese punto, agitar la idea de que hasta el vnculo con Washington se est deteriorando.

Lo relevante es que las elecciones cambiaron el panorama. El Trump del presente no es el mismo porque empieza a ser una posibilidad que en dos aos gobierne Kicillof. Ni Trump ni el FMI son los mismos despus de la eleccin bonaerense. La magnitud de la victoria instal la probabilidad de que en 2027 el peronismo puede volver al poder.

Todo cambi: los actores privados venden acciones argentinas porque aumenta el riesgo, y los actores polticos prefieren no comprometerse con un socio que en poco tiempo puede convertirse en un problema.

—Cundo Sudamrica podr alcanzar niveles de desarrollo e igualdad comparables a los de Europa?

—Ms que pensar en Sudamrica, dira que la oportunidad est en la Argentina. Europa enfrenta problemas gravsimos: dificultades demogrficas y productivas, industrias de punta en recesin, autos alemanes que no pueden competir con los chinos, tensiones migratorias de enorme escala.

En contraste,Argentina tiene condiciones excepcionales.Puede atraer europeos en un mundo menos centrado en los Estados-nacin. Buenos Aires, por ejemplo, es una ciudad fantstica. Incluso con un partido de derecha en el gobierno,el PRO la gestion con un estilo socialdemcrata: bicisendas, salitas de salud, festivales culturales, hper amigable con minoras y capacidades diferentes.

El clima es incomparable. Los inviernos porteos son primaveras europeas. La propiedad es baratsima. Los recursos naturales son formidables. La distancia geogrfica perdi importancia. Y Europa enfrenta dificultades demogrficas dramticas, con tensiones vinculadas al Islam que plantean dilemas ticos y polticos casi insolubles.

Si Argentina logra ordenarse, es de nuevo el pas del futuro para los europeos. Increblemente, no se subi a casi todos los trenes importantes desde Pern hasta el «sojazo», que tambin se desaprovech.

Hoy, sin embargo, aparece una ventana de oportunidad con viento a favor.Argentina debe desprenderse del populismo. Basta un gobierno que se ordene y que dure lo suficiente para que se vincule causa con efecto.

—Cul es tu mirada de las lites econmicas argentinas? Y qu podran aportar que hasta ahora no han contribuido?

—Son inexistentes. Se suele creer que hay lites econmicas, pero en realidad no existen.Comparadas con las de Brasil o Mxico, las argentinas son nenes de pecho. Lo que s existe es la lite del privilegio poltico, y esa s es grave.

Lo que antes se conoca como la patria contratista, lo que hoy se llama crculo rojo:gente que factura en complicidad con el Estado. se es el problema: El capitalismo de amigos.

El relato de atacar al campo y a la oligarqua es un invento kirchnerista y kicillofista. La verdadera oligarqua est en la Cmara de la Construccin, la industria farmacutica, el rgimen industrial de Tierra del Fuego, la industria textil, y, desde luego, Lzaro Bez. sa es la verdadera lite rentista. Se sostiene con autorizacin poltica: no hay que esperar un cambio moral de quienes solo estn para hacer negocio. El Estado los habilita, y ellos lo hacen.

—Por qu Milei sintoniza mejor con empresarios ligados a lasbig tech, como Marcos Galpern, y no tanto con empresarios ms tradicionales?

—Los empresarios tradicionales tienen negocios demasiado vinculados al Estado, algo que Milei, de manera genuina e ideolgica, aborrece.

Galpern, en cambio, representa lo opuesto: no depende en absoluto del Estado. Hace dinero ofreciendo, como dice Milei, un mejor servicio a mejor precio, no un servicio peor a mayor precio protegido por el ministro de turno. Con la proteccin de Massa, un empresario puede brindar un servicio de baja calidad a un precio ms alto. Eso es lo que pasa con los autos y los textiles que mantienen al pas anclado en el siglo XIX cuando podra estar en el XXI. Diez familias ganan; millones de consumidores pierden. Ahorros que se disipan en una economa cuyo principal problema es la desinversin. Y sa es una decisin poltica.

Todo lo que sea parecido a ese esquema, Milei lo detesta. Todo lo que lo rompa, lo celebra. Lo que s est mal es cmo hace el ajuste. Ajustar es necesario, pero hacerlo a ciegas, sin sentido poltico, perdiendo aliados y humillando al PRO es un error.

«Si Argentina logra ordenarse, es de nuevo el pas del futuro para los europeos», concluye Sebastin Mazzuca.



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