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«Nos caemos del mundo»: la advertencia que trae el último censo uruguayo

En el Uruguay del 2070 las personas de al menos 100 años serán 6.584. Hoy son poco más de 700. Dentro de 45 años, esos centenarios conformarán la cima de la pirámide de un país con menos población que la actual y, además, notoriamente más envejecida. La edad media de los orientales se elevará de 39 a casi 50 años.

Esas proyecciones revisadas tomando como insumo el Censo de 2023, difundidas hace pocos días por el Instituto Nacional de Estadística (INE), ratifican que el Uruguay ya está transitando por un «invierno demográfico». Desde hace unos años las defunciones superan a los nacimientos, que en el 2070, serían unas 42.000 y 22.800, respectivamente; el país perderá población cada año como resultado de ese crecimiento natural negativo. Salvo que reciba una migración que compense tal fenómeno, entonces los habitantes serán 3.043.670 (frente a los 3.485.931 actuales).

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Estas cifras con horizontes tan lejanos no parecen desvelar al sistema político uruguayo: por estos días, el debate que se robó la atención fue cómo y cuánto es razonable gastar en la celebración, este año, del centenario de la construcción del Palacio Legislativo, la sede del Parlamento.

Al 2045 -un primer mojón en las proyecciones informadas por el INE- sólo cuatro de los 19 departamentos (provincias)  aumentarán su población. Uno es Maldonado, conocido por los argentinos que veranean o tienen residencia en su balneario más famoso, Punta del Este: entonces tendrá 245.000 pobladores, un 14,1% más que hoy.

El desafío de la productividad

Algunos economistas han querido prender alarmas frente a los nuevos datos. 

Diego Aboal, exdirector del INE e integrante del Centro de Investigaciones Económicas (Cinve), considera que el envejecimiento de la población uruguaya «ya es un hecho y en el futuro será dramático (…). Las proyecciones muestran que vamos a tener cada vez menos personas en edad de trabajar, y eso, si no hacemos nada, va a limitar el crecimiento económico del país y la sostenibilidad del estado de bienestar».                    

En 2070, la tercera parte tendrá 65 años o más (32,5%), el doble que en la actualidad (15,8%). En contraste, los menores de 15 años serán sólo el 11,5%.

Para Aboal, urge pensar acciones en dos planos.

Primero, invertir en primera infancia y en educación, especialmente de los sectores más vulnerables. «No podemos perder a ningún niño. Ninguno. Si tenemos menos nacimientos —pasaron de 49.000 en 2015 a 30.000 en 2024—, cada uno importa más. Eso quiere decir que no podemos permitir que haya niños creciendo en la pobreza ni con una educación de baja calidad. (…) No es solo una cuestión ética: es una estrategia económica. Hay estudios que muestran que cada dólar invertido en primera infancia puede generar entre tres y 17 dólares en productividad futura», argumentó.

Segundo, llamó a «abrazar la tecnología, y en particular la inteligencia artificial» para, con menos trabajadores, ser «mucho más productivos». Según el economista, eso requiere que tanto los trabajadores públicos como los privados, y «desde las empresas hasta el sistema educativo, estén preparados para usar estas nuevas herramientas. Necesitamos que Uruguay sea un país tecnológicamente alfabetizado, que se monte a la ola de la inteligencia artificial. O la hacemos, o nos caemos del mundo». 

Dramas actuales

A ese drama a futuro, como señala Aboal, se encadenan otros dos del presente para la sociedad uruguaya: la pobreza infantil y la alta tasa de suicidios. 

En 2024, también según datos del INE, los pobres eran el 28,1% en la franja de 6 a 12 años, y de 27,5% en los que tienen entre 13 y 17. En el resto de la población los niveles de pobreza eran más bajos, de 15,4% en las edades de 18 a 64, y de 6,3% entre los 65 o más años.

  • El año pasado fueron 764 las personas se quitaron la vida en el Uruguay, lo que significa una tasa de 21,4 suicidios cada 100.000 habitantes, una de las más altas del mundo. 

Los jóvenes de 15 a 19 años tuvieron la menor tasa (13,4 cada 100.000, con 32 episodios), si bien ese es el grupo con más intentos: 440,3 cada 100.000, consignó una reciente edición de la revista Búsqueda.

La primera Encuesta Nacional sobre Percepciones Sociales de la Muerte, el Duelo y el Suicidio, hecha en el ámbito de la estatal Universidad de la República y difundida pocas semanas atrás, mostró que uno de cada cuatro uruguayos mayores de hasta 29 años han pensado al menos una vez sobre su propia muerte en los últimos tres meses.  

Yamandú Orsi con su vice, Carolina Cosse.
Yamandú Orsi con su vice, Carolina Cosse.

El deceso de la corredora de karting de 16 años y primera uruguaya en participar en un Mundial, Matilde Itzcovich, causó conmoción y puso a hablar del tema del suicidio al menos en las redes sociales.

En la noche del último miércoles, a través de un comunicado, la Federación Uruguaya de Karting informó sobre el hecho sin explicar las causas del deceso de la adolescente y expresó «condolencias» a la familia. Tampoco entraron en detalle los medios de comunicación.

«Mientras gastan millones en ‘boludeces’, una promesa del automovilismo uruguayo de tan solo 16 años se quita la vida. Matilde Itzcovich no ‘murió’, se suicidó y eso también es responsabilidad de un sistema que no escucha, no previene, no cuida», cuestionó desde su cuenta en X Edward Holfman, analista en seguridad y crimen organizado, director de The Guardian Group.  



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